Hola, ya hemos vuelto oficialmente de las «vacaciones». Pongo «vacaciones» entre comillas, por poner algo porque para mi estar de vacaciones es irte a una playa exótica a tocarte el potorro. En vez de eso, los que vivimos fuera nos vamos de vacaciones a casa. Volvemos como el turrón y cuando se pasa todo el maremagnum de visitas, idas y venidas y comidas familiares, te vuelves a tu casa real preguntándote porqué estás más cansada que cuando te fuiste y que dónde quedaron aquellos días recorriendo Vietnam, Camboya, Tailandia, París o Berlín.
Ahora ya hemos vuelto a nuestra rutina (gracias a dios, porque el pollo estaba asalvajao perdido y no había quien se hiciera con él después de pernoctar en tres casas distintas, con treinta personas rulándoselo de brazo en brazo).
La vuelta a casa ha traido varias novedades novedosas que os paso a contar:
Lo primero, y más gordo, es que nos tenemos que mudar. Después de dos años en nuestra casa preciosa, con las mejores vistas de Chicago, y que nos salió tirada de precio porqueyoqueseporqué, resulta que nos van a construir la tercera torre más alta de Estados Unidos justo debajo del salón. Pero vamos, que si pudiera sacar la mano por la ventana, la podría tocar.
Nos toca renovar el contrato justo cuando empieza la construcción, así que hemos decidido que no tiene sentido quedarnos aquí a ver cómo pollo y yo salimos locos por el ruidaco.
Con este percal, una que es muy apañada pensó: «oye, pues voy a enterarme a ver qué es eso del wallapop, y vendo alguna cosilla de bebé que me sobra, y así me lo quito de encima y de paso me saco un dinerico, para alimentar al niño, que nos come como una lima (eso da para otro post)».
Y dicho y hecho. Esa misma tarde me instalé la aplicación y puse a la venta el Mamaroo, una hamaca de bebé futurista y molona, a la par que mostrencosa, que me ocupaba medio salón. El precio original del invento eran 300$ (na, una baratija) y yo,negocianta nata, lo puse en 99’90$ (ahí haciendo el lio mental a los compradores. Juas juas juas, soy maligna).
Recibí algunas ofertas hasta que llegó EL MENSAJE DEL AZOTE ORIENTAL.
Yo estaba loca de contenta porque el azote oriental parecía más que dispuesto a comprarme el cacharro. Primero empezaron los mensajes agradables: que si cómo funciona, que si los botones están bien, que si está limpio,… lo normal cuando quieres vender algo por internete.
Después de dos horas de paciencia infinita asegurándole que todo estaba bien, me pidió vídeos del aparatejo, para comprobar si «el motor hacía mucho ruido» porque el hombre estaba preocupado por si la hamaca despertaba a su bebé mientras soñaba con pandas. Así que la menda lerenda se pudo a grabar videos del cacharro mientras, con voz de teletienda, iba explicando sus virtudes.
Pero el azote oriental nunca estaba satisfecho, quería más vídeos y me enseñaba fotos de Mamaroos fakes diciéndome que esos estaban por 40$, que era una carera, que si tal que si cual.
A estas alturas de la tarde y después de 932 mensajes de Whastapp, el azote me tenía hasta las pelotas muy cansada, pero había decidido que ya que habíamos empezado la conversación yo vendía el cacharro a ese hombre como me llamaba Ana Rus… y no estaba equivocada. Quedé con él a última hora de la noche en mi portal (llamadme parda, pero me daba miedo quedar con un chino cansino por si me descuartizaba o me secuestraba o me violaba. Mmmmm, puede que la Rusa me esté pegando las chotunas). Y allí que apareció el azote: un chino de metro cuarenta gordopilo como él solo, que no cruzó ni una palabra conmigo. Prácticamente me quitó el cacharro de las manos y se piró en su Mercedacos.
Yo, que soy educada por naturaleza, me despedí diciendo: «Adios, azote oriental, si tienes cualquier problema no dudes en llamarme». Y me subí tan feliz a mi apartamento con 90$ en la mano y una sensación de triunfo total (aparte de mucho alivio porque ya no tenía que volver a cruzar más mensajes con el chino chalado). Ainsss, no sabía lo equivocada que estaba:
2 minutos 15 segundos después de llegar a mi apartamento: bip bip:
Azote.- Me has engañado. Hay una pieza que está un poco suelta
Yo.- ¿Perdona?
Azote.- Mira. (Me manda una foto en la que el móvil del cacharro está un peliiiiiiiiiiin suelto)
Yo.- Pues mira, no me había dado ni cuenta. Ya lo siento
Azote.- Esto puede caérsele en la cara al bebé y desfigurarlo!!!
Yo.- (riéndome por lo bajini) Pues mira, yo lo llevo usando 6 meses y no he tenido ningún problema. Nunca, nunca se le ha caído en la cara a mi bebé, pero si no estás contento voy ahora mismo a recogerlo y te devuelvo el dinero
Azote.- Has atentado a mi honor, engañándome
Yo.- Hombre, azote, te he dicho que no me he dado cuenta, pero insisto. Voy ahora mismo a recogerlo y te devuelvo tu dinero porque me estás tocando las pelotas y a mi esto no me compensa por 90$ jadhljasdhsd
Azote.- No te lo doy
Yo.- ¿Perdona?. No, no, no me has entendido, que me lo llevo y punto. Ahora soy yo la que no te lo quiere vender
Azote.- No. Quiero que me devuelvas 10$
Yo.- Que no, que ahora no quiero vendértelo. Que voy a tu casa y me lo llevo
Azote.- No sabes dónde vivo y no te lo voy a dar, pero quiero que me devuelvas 10$
A todo esto eran las 8 de la noche y había quedado a cenar. El chino me estaba tocando la moral de una manera supina, así que al final hice un pacto con él: le devolvía 10$ pero nunca, nunca, nunca más iba a volver a saber de él, ni me iba a escribir, e iba a borrar mi teléfono. Además le daría los 10$ por paypal para no verle el careto de chino feo y gordopilo nunca más.
La conclusión que he sacado de todo esto es: 1) no hagas negocios con orientales porque son cansinos y 2) ojalá hubiera podido ir a recogerlo. Tenía un plan: coger le cacharro, devolverle el dinero y ponerme a pegarle golpes al Mamaroo hasta destrozarlo delante de él. Juas, juas, juas, me imaginaba a mi mismo rollo Thor, to loca y acabando mi numerito con una frase lapidaria: «Cuando quieras, vuelves».
jajajajaaccomo me haces reir!!! extrañaba tus post!!
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Y cuando hubieras acabado de romperlo, le dejas las piezas sueltas, a ver si ahora se le caen o no. XD
Me muero de risa x 10000
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